
Eva Díaz Pérez EL MUNDO
El rescate del último exiliado
Agustín Gómez Arcos sabía que era un escritor fantasma -por estar inédito en castellano-, un excluido, un marginado incluso de las historias oficiales de los exiliados, entre otras cosas, porque el suyo fue un auto-destierro, una huida en el tardofranquismo ante la imposibilidad de publicar sus obras de teatro y representarlas.
Este autor lúcido y rabiosamente comprometido, de prosa desgarrada llena de alegorías narrativas decidió formar parte de esa saga de audaces escritores que han protagonizado la terrible exiliatura literaria del siglo XX. Él lo hizo en 1968 y su patria de acogida, Francia, le dio todo lo que le negó España. Aunque es posible que el tiempo haga justicia.
La editorial Cabaret Voltaire decidió hace algún tiempo crear una colección de rescate centrada en la obra de Agustín Gómez Arcos (Enix, Almería, 1933-París, 1998). Hoy se presentará en la FNAC de Sevilla la tercera de las obras del escritor almeriense recuperadas por esta editorial, Ana no (1977) después de haber publicado El cordero carnívoro y El niño pan.
Y es que Gómez Arcos pasó de ser dramaturgo español a novelista francés. De hecho, es un escritor prácticamente inédito en su país natal, ya que él sólo realizó dos auto-traducciones, Un pájaro quemado vivo (Debate, 1986) y Marruecos (Mondadori, 1991).
Para poder escribir sobre España en francés optó por enmudecer durante nueve años, hasta que pudo conocer a la perfección el francés y escribir en este idioma. A pesar de escribir en francés, Gómez Arcos no renunció a su memoria española. Sus obras son una profunda radiografía de España que, por cierto, gozaron de éxito en Francia llegando incluso a que su libro Ana no formara parte del programa oficial de bachillerato.
Ana no es parte de una trilogía de la posguerra junto a El cordero carnívoro y María República y cuenta la historia de una madre que recorre España -a pie y siguiendo las vías del tren- para visitar en la cárcel al único hijo que le queda vivo. Los otros dos y su marido fueron fusilados en la Guerra Civil.
La traductora de Ana no, la profesora de la Universidad de Granada Adoración Elvira, asegura que la historia de Ana no -nombre simbólico de Ana Paucha- es una leyenda que circulaba por la España de la posguerra. «Gómez Arcos dice en la dedicatoria que la historia se la contó su madre. Recientemente, el poeta Marcos Ana en su autobiografíaDecidme cómo es un árbol (2008) relata la misma historia sobre una mujer llamada Ana Faucha, que le llegó a través de un funcionario de prisiones. Y en un pueblo de la Alpujarra granadina he oído contar que una mujer fue andando con su hijo pequeño, siguiendo el cauce del Guadalquivir, hasta la cárcel de Sevilla para ver a su marido preso, y que perdió al niño cuando atravesaba el río por un vado», aclara.
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