
Matias Néspolo EL MUNDO La bohemia parisina renace en un sello de nombre surrealista. Inéditos de viejos compañeros de ruta de Bretón como Desnos o Crevel, además de ocultas joyas 'fin-de-siécle' como Lorrain o Francis Carco se encuentran finalmente con el postergado lector en español. Una aventura editorial que lleva el nombre de un mítico café: Cabaret Voltaire. Cabaret Voltaire era un café de Zurich, hoy convertido en museo, donde se fundó el Dadaísmo y donde sus herederos, los surrealistas franceses, acostumbrarían reunirse. Poco queda del espíritu vanguardista de aquellos años más que ese nombre que aún conserva su fuerza como un talismán. Talismán que hoy tienen en su poder José Miguel Pomares y Miguel Lázaro, un arquitecto y un economista, madrileños ambos, que han lanzado un sello literario homónimo en Barcelona. La joven Editorial Cabaret Votaire, -inaugurada en octubre de 2006 con Thomas el impostor, de Jean Cocteau- se ha especializado en poco tiempo en las joyas perdidas de la literatura francesa en sintonía «con la bohemia fin-de-siécle y el periodo de entregueras», apunta Lázaro. Aunque el hilo conductor de su incipiente catálogo -compuesto de ocho títulos- «es un guiño a la ciudad de París», explica el editor, «porque son libros ambientados o escritos allí». En la línea parisina de joyas olvidadas se inscribe Monsieur de Bougrelon, una rareza del portento decadentista Jean Lorrain. A la que se le suma París, de Zola, todo un documento del naturalismo que llevaba casi un siglo ausente en las librerías españolas. Por su parte, dos obras del surrealismo francés, -hasta ahora inéditas en castellano-, ¡La libertad o el amor!, del poeta Robert Desnos y ¿Estáis locos?, de Rene Crevel, confirman la razón de ser del sello. Pero una pequeña editorial independiente que apuesta fuerte por la prosa provocadora de las viejas vanguardias no lo tiene nada fácil.«Ser economista me ha servido de mucho, porque todo el romanticismo de la edición se pierde a los tres meses», confiesa Lázaro. «Como no te muevas, no vendes un sólo libro», advierte a los incautos editores noveles, porque al trabajo de diseño, editing y gestión de derechos, se le suma el de comercial y promotor para que el negocio funcione. «El problema del sector es que para encaminarte necesitas publicar cada vez más y las pequeñas editoriales acabamos machacándonos entre nosotras por una cuota de mercado», explica. A riesgo de no poder cuidar cada obra como se merece, Lázaro se niega a publicar más de seis títulos al año. Pero sí se atreve a abrir su catálogo. «No descartamos publicar en un futuro literatura alemana, inglesa e incluso española». Por lo pronto ya se anima con las letras del exilio con dos novelas inéditas del genial almeriense Agustín Gómez Arcos: El cordero carnívoro y El niño pan. Sus próximas apuestas serán un relato de André Gide inédito en castellano, Recuerdos del egotismo de Stendhal y la primera novela de Klaus Mann.
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